Muchas gracias por acompañarnos en esta entrevista para Energy Insights. Doctor Francisco Monaldi, director del Programa de Energía para Latinoamérica del Baker Institute de la Universidad de Rice, muchas gracias por acompañarnos.
Un gusto.
Creo que los temas de energía tienen muchos vaivenes, no se diga en estos últimos meses. Me gustaría preguntarte primero ¿cómo ves el panorama global de petróleo y gas?, ¿cómo los describirías y cuál es el estado actual de dicho mercado? y ¿a qué señales deberíamos de ponerles atención como inversionistas o empresarios?
Dado que el sector de energía impacta a todos los sectores de la economía y se está volviendo cada vez más crítico, sobre todo por los déficits de inversión en infraestructura que se están dando porque pareciera que solamente en los países en desarrollo, pero no, incluso en los países desarrollados.
Como tú dices, es un panorama muy fluido y muy muy complejo. El sistema energético mundial siempre ha sido complejo, pero la complejidad se ha ido incrementando, en particular, porque tenemos ahora el reto de la descarbonización. Esto lleva a que no sea solo la complejidad intrínseca en incrementar la producción de energía de manera asequible, sino que ahora tenemos esta nueva dimensión de que se requieren políticas públicas para descarbonizar el sistema energético.
En esta mezcla de dos realidades hay datos que son importantes de entender. El primero es que, si bien ha bajado la tasa de crecimiento del consumo de combustibles fósiles, dicho consumo sigue creciendo; si lo vemos en términos absolutos (por ejemplo, cuántos barriles más se están consumiendo) en los últimos 20 años en comparación con el periodo de los 20 años anteriores, el número absoluto de barriles crece. Es decir, aunque la tasa de crecimiento es menor, el volumen es mayor, siendo importante entender que todavía existe el reto masivo de producir esos combustibles fósiles porque la población mundial está creciendo y la economía global está creciendo.
Un dato muy importante es que, si bien, en los países desarrollados ya se ha llegado al pico del consumo, por ejemplo de petróleo, e incluso de energía en general (aunque ahora los nuevos centros de datos pueden cambiar esa realidad, incluso en los países desarrollados); en general, el aumento en el consumo importante hoy en día ocurre en los países en desarrollo, y allí es donde se concentra el aumento en el consumo global de energía, en el consumo de hidrocarburos y combustibles fósiles en general, incluyendo al carbón.
Entonces, tenemos por un lado esa realidad, que nos indica que cómo hay economías de escala muy grandes en la manera cómo se ha generado la energía por más de un siglo, es difícil redirigir ese transatlántico que sigue avanzando. Pero, por otro lado, tenemos la realidad de la descarbonización y ahí también hay retos gigantescos y un incremento en la inversión muy importante a nivel mundial, como tu planteas, con gran heterogeneidad. Hay países con un rezago tremendo en las inversiones en materia de electrificación, transmisión y renovables, mientras que hay otros con un avance muy grande, incluso países en los que ya se está llegando a una electricidad descarbonizada completamente.
Es una realidad muy compleja y variada dependiendo de la región del mundo y de los retos que se enfrentan, pero lo más importante que hay que entender es que hay que hacer dos cosas a la vez, por un lado, descarbonizarnos y, por otro lado, suplir esa cantidad de energía adicional que el mundo está demandando a medida que crece la población mundial y que crecen las economías, en particular las economías en desarrollo y las economías de Asia.
Siempre hemos hablado de que el gas natural es ese energético de transición. Me llama la atención cómo está el entorno de generación, producción, comercialización y exportación de gas en Estados Unidos; veo el gran volumen que tiene la economía estadounidense, pero en realidad lo que termina exportando es alrededor de un 7.7% (que ese porcentaje se va hacia gas natural licuado a diferentes mercados en el mundo, entre ellos México que representa un 30% de su mercado de exportación). Me llama la atención lo sensible que pareciera ser que cualquier variación en su política de seguridad energética podría dejar sin gas a todos estos mercados, incluyendo México.
Ahorita comentabas de los centros de datos en Estados Unidos están representando un incremento regional en demanda de energía en ciertas regiones, lo que hace que el gas natural sea una alternativa inmediata de solución. Pero pareciera que en el contexto global todavía no nos estamos ateniendo al nivel de riesgo que estamos asumiendo de un proveedor cuya oferta exportable es muy sensible, ¿cómo ves tu este mercado?
Es un tema muy interesante, y como tú bien dices hay un cambio relevante de perspectiva por dos razones. La primera es el hecho de que, por primera vez en muchísimos años, después de tener una demanda eléctrica relativamente estancada en Estados Unidos (porque si bien la economía seguía creciendo, la eficiencia permitía que no hubiera un aumento en el consumo eléctrico y también el hecho de que mucha manufactura se fue a otros lugares del mundo), ahora la demanda está creciendo de manera muy importante en los centros de datos, y eso pone a competir al gas de exportación con el consumo interno.
Estados Unidos se ha convertido en el principal exportador de gas natural licuado en el mundo, y por supuesto, en el caso de México recibe el gas por gasoducto. Pero ahora va a tener esa competencia y eso se combina con el tema de la visión mercantilista de la administración de Trump e incluso de Biden. La administración de Biden paró por un tiempo los permisos para la exportación de gas natural licuado por un tema de cambio climático, pero lo justificaron como un tema de evaluar el impacto que tenía en el mercado. En el caso de Trump vemos que esta idea de “America First” justifica de alguna forma el uso muy agresivo de instrumentos de seguridad nacional para intervenir en los mercados y, sin duda, eso abre una interrogante.
Creo que, en principio, los fundamentos son bastante sólidos en el sentido de que Estados Unidos todavía tiene una cantidad muy importante de gas. De hecho, la producción de shale (esquisto-lutitas) en los últimos años ha favorecido a la producción de líquidos más que la de gas porque es mucho más rentable, pero eso ha hecho que a medida que vamos avanzando en el desarrollo de las cuencas, ahí la producción tiene más gas asociado. Eso pareciera indicar que todavía queda una ventana muy grande de oferta de gas en los Estados Unidos, que debería ser suficiente para suplir a México, para suplir el GNL y para suplir esta demanda adicional de electricidad.
Como tu bien dices, el tema es que las renovables son energías intermitentes y no son las más apropiadas para este tipo de centros de datos que requieren un suministro muy estable, incluso aquellos que están tratando de usar una parte de renovables, deben tener un respaldo de gas. Hasta que no se desarrollen, como está planteado, plantas nucleares asociadas con este tipo de centros de datos, el gas va a ser absolutamente esencial.
Entonces, la pregunta que uno se hace no es tanto que no vaya a haber gas la próxima década o dos, sino si en algún momento esto se usa como una herramienta de presión. Por ejemplo, en el caso de México, política, para lograr algunos otros objetivos. Yo confieso que históricamente he sido bastante escéptico de la idea de que México tiene que intentar ser independiente energéticamente porque eso sería costosísimo.
Ojo, creo que México tiene que desarrollar sus recursos de gas lo más posible, pero no por temas de seguridad energética, sino porque es una oportunidad tremenda de inversión y desarrollo, cuyo potencial no está siendo aprovechado; pero reconozco el riesgo, por las tendencias recientes a utilizar el tema energético como un arma de negociación, como lo hemos visto en varios casos. Cuando Trump asoma esa herramienta de presión ciertamente pone en riesgo el modelo de crecimiento de México, que está basado en el gas importado de los Estados Unidos, que es muy barato.
Solo quisiera agregar una cosa más, en este caso positiva, que al ser la administración Trump mucho más dada a dar las autorizaciones de exportación de gas natural licuado; los proyectos de gas natural licuado de exportación en la costa del Pacífico de México, ahora parecen tener menos probabilidad de obstaculización que en la época de la administración Biden, si bien siguen teniendo el interrogante de la relación México–Estados Unidos. Y yo creo que esa es una oportunidad muy grande, porque Estados Unidos tiene un problema, que es que esos proyectos de GNL no se van a desarrollar en la costa del Pacífico de Estados Unidos por la reticencia de California, temas ambientales, etcétera.
México tiene una gran oportunidad de obtener estas inversiones y creo que van a ocurrir. Si bien es cierto que uno ve hoy en día a varios de los financistas de estos proyectos un poco preocupados por el ruido político que ha introducido la administración Trump en términos de la relación con sus vecinos.
Esto nos lleva justamente a hablar sobre la política energética de Estados Unidos, que sin duda ha cambiado a partir de la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. Bueno, un dato que no lo tenía en el radar y surge apenas el día de ayer o antier, establecer impuestos a las energías renovables; más o menos sabíamos por dónde iba la política energética, pero no pensamos que a ese nivel de limitar o desincentivar, porque creo que ya el incentivo natural de menor costo de la energía renovable era una semilla que había germinado. Pero pareciera que estamos hablando de una política integral que prácticamente es un cambio radical a lo que teníamos antes de enero de este año.
Sí, hay una antipatía tremenda de la Administración Trump por las energías renovables, y en particular del presidente por la energía eólica, que realmente ha llegado a unos niveles más allá de lo que uno imaginaba. Uno de los factores que yo pensaba que, políticamente, iban a limitar este tipo de cambios tan extremos de política energética, es que buena parte del desarrollo de energías renovables ocurre en estados como Texas, que son estados republicanos. Buena parte de las inversiones de la ley de la IRA (la ley que aprobó Biden de infraestructura en materia de transición energética), estaban ocurriendo en distritos electorales que dominan los republicanos. Sin embargo, el presidente Trump ha avanzado la agenda de eliminar los subsidios a los vehículos eléctricos y eliminar incentivos a los renovables. No solamente es un cambio radical de política, sino que, con respecto al resto del mundo, es una orientación completamente opuesta.
Y por supuesto, Estados Unidos también se salió otra vez del acuerdo climático global, y todo esto nos plantea que va a haber un reto muy grande en este país para después poder volver a retomar esos temas, porque no hay duda de que el mundo tiene que ir hacia una descarbonización, que los efectos climáticos son muy severos, y que si bien el gas y el petróleo tienen un rol importante que jugar en la transición; no así el carbón, y el presidente Trump a veces dice “quiero que vuelva el carbón”.
No hay duda de que, si bien se han hecho supercompetitivas las energías renovables, la eólica y la solar en particular, aún tienen esos retos de intermitencia, tienen el reto de que hay que diseñar el sistema bien para que tenga un respaldo para los momentos en que esa energía no está siendo generada, y tiene que haber una mayor inversión en transmisión. Todos esos elementos de la inversión en renovables, considerados globalmente, representan un reto importante que los países tienen que resolver en vez de obstaculizar. Entonces sí, yo diría que es un cambio mayor al esperado, revirtiendo las políticas que se habían hecho en la administración Biden favoreciendo el tema de transición.
En ese sentido, en la reunión reciente que hubo del G7 en Calgary, en Canadá, el presidente Trump creo que estuvo horas en esa reunión por cuestiones de seguridad nacional; pero nuestra presidenta, la Dra. Claudia Sheinbaum, me llamó la atención que estuvo presente en el evento tratando el vínculo con Canadá, negociando compra de gas para México, lo cual se entendió como una manera de diversificar las fuentes de gas para México.
Sin embargo, el grado de dependencia de México del gas estadounidense es altísimo. Nuestra generación eléctrica depende prácticamente casi en un 70% del gas natural y la industria depende de manera fundamental del gas natural, vemos un nivel de riesgo alto. Quisiera preguntarte ¿cómo ves a México en términos de su estrategia de política energética?, recientemente como que ha tratado de abrir la puerta otra vez a la inversión privada, pero de manera muy lenta o parcial, junto con los déficits de infraestructura que tenemos muchos países. ¿Realmente crees que está encaminada la política energética en la dirección correcta o estamos asumiendo riesgos muy altos?
Yo soy relativamente pesimista respecto al legado de políticas públicas que recibe la administración de Sheinbaum, que, incluso si decide ser más pragmática, hará difícil un cambio de trayectoria. Por ejemplo, en los últimos años la producción de PEMEX está en niveles que no se veían desde los años 70. A pesar de que el gobierno ha capitalizado a la empresa y reducido los impuestos; por primera vez en la historia, PEMEX ha estado cerca de ser en términos netos una carga para el Estado en vez de, como fue históricamente, una fuente fundamental de ingresos.
Entonces, es parte del problema, y ahí es donde creo que es importante entender el tema de seguridad energética de una manera integral; por ejemplo, el desarrollo del proyecto Dos Bocas y de la refinación, es un tema que si uno lo ve desde un punto de vista de seguridad energética, puede sonar lógico (México tiene suficiente petróleo para el mercado interno, si lo pudiera refinar domésticamente no tiene que depender de nadie), pero eso es a un costo gigantesco. Pemex ha, históricamente, perdido dinero en refinación. Para dar una idea (esto suena exagerado, pero no lo es), con lo que se gastó en el proyecto de la refinería Olmeca (ya más de 20,000 millones de dólares), si uno utiliza el costo al que Pemex compró la refinería de Deer Park en Houston (usando el costo equivalente por barril) se pudiera comprar toda la infraestructura de refinación de Texas.
El problema que tiene México es uno de esos problemas (parecido al del gas) que es un problema por la suerte que tiene México. Déjame ponerlo así, México tiene al lado uno de los parques refinadores más grandes del mundo, que es muy eficiente, que está ya depreciado y que es muy competitivo. Entonces, eso hace que México pueda importar gasolina y refinados muy baratos y que sea totalmente improbable que Pemex sea más eficiente que ese parque refinador, al lado, en los Estados Unidos. Claro, eso genera dependencia, pero genera dependencia como que tú digas “yo tengo dependencia de comprar en Amazon porque es muy barato”. Sí, ese es un problema, pero es un problema que en general es bueno tenerlo, tener precios muy accesibles. Ciertamente genera un riesgo de seguridad nacional, pero la pregunta es ¿cuánto estás dispuesto a gastar para resolver ese problema de seguridad nacional? Pasa algo parecido con el gas. México depende mucho del gas de Estados Unidos y, de nuevo, eso es una de las cosas que deberían llevar a México a abrirse a la inversión en gas natural y a autorizar el fracking (de la manera más responsable posible con todas las garantías ambientales). Es posible que las inversiones sean difícil de atraer, por temas de crimen organizado y seguridad en el norte, o por temas de competitividad con respecto a Texas, pero eso uno debería dejar que lo decidan los inversores y no el gobierno cerrando esa posibilidad. Yo creo que eventualmente (el gas de México) va a ser rentable producirlo, porque en Estados Unidos se va a llegar a una meseta de producción y los ojos de los productores de shale de Estados Unidos van a naturalmente volcarse hacia México, que es una cuenca que está muy poco explotada.
En el tema del gas, si uno se quitara de la cabeza el riesgo del uso político del tema del gas, que entre paréntesis, es absurdo para los Estados Unidos amenazar a México con no venderle gas, pero sin duda en este nuevo mundo fragmentado y nacionalista no se puede descartar. Pero, si uno se quitara eso de la cabeza, para México la importación de gas natural barato de Estados Unidos es una de las ventajas más grandes de la industria manufacturera mexicana y del potencial de electrificación del país de manera más intensa que uno pueda imaginarse, es realmente espectacular tener una fuente de gas tan abundante, que no tengas que importar GNL, sino que de una manera mucho más barata por ductos.
Entonces, el reverso de esa preocupación por la dependencia es que ha sido y va a seguir siendo una ventaja extraordinaria, por supuesto, como les pasó a los alemanes que apostaron todo su desarrollo manufacturero en el gas barato ruso, pudiera en algún momento descubrirse que es una mala decisión, que el costo fue grande; yo creo que es improbable eso, pero obviamente es una cosa que queda en la posibilidad.
¿Qué haría yo si fuera el gobierno mexicano? Trataría de hacer lo más auspicioso posible el ambiente para invertir en el gas, que nunca va a ser un negocio rentable para Pemex, pero que es potencialmente rentable para el sector privado, crearía todas las condiciones para que esa inversión ocurriera, y entonces ahí, se complementa cualquier gas que se pueda producir del lado de México con ese gas que viene de los Estados Unidos y sería muy positivo.
Viéndolo desde una perspectiva más general, sin duda que la reversión de las reformas constitucionales hechas en 2013-2014 también hacen mucho menos viable la atracción masiva de inversión privada, aunque uno ve elementos claros intentos de pragmatismo en la actual administración. Por ejemplo, en que pareciera que el campo Zama van a dejar que lo operen en conjunto con los privados, que ha funcionado bien el desarrollo de la inversión de los privados que ya estaban, como Woodside Energy, que se ha hablado de crear una nueva versión de contratos de servicios que sean atractivos para el sector privado, etcétera.
Ciertamente el haber limitado constitucional y regulatoriamente las opciones hacia el futuro para que el gobierno mexicano atraiga capital privado ha hecho que (tú lo ves en la ciudad de Houston), aunque había cierta expectativa positiva con la nueva administración, ahora hay bastante escepticismo; por supuesto, todo el mundo está esperando a ver qué tipo de contratos se ofrecen finalmente y los detalles, pero no pareciera posible atraer capitales masivos con el perfil de contratos que parecieran estar sobre la mesa.
Eso pone un severo límite a la capacidad de México de atraer inversión privada en hidrocarburos, también las reversiones de las reglas en la parte eléctrica generan dificultad en atraer inversión en electricidad; eso pone un peso gigantesco sobre las dos empresas del Estado (Pemex y CFE), al tener ellas que hacer toda la inversión, y fiscalmente eso es tremendamente difícil. Los retos son realmente muy grandes y, aunque yo creo que a medida que pase este sexenio la administración va a tornarse más y más pragmática, veo limitaciones fundamentales desde el punto de vista legal y constitucional para hacer lo que hay que hacer para realmente atraer la inversión necesaria.
Claro, y habría que quizá agregar el riesgo de la reforma del sistema judicial en México con las recientes elecciones que fueron prácticamente desairadas por la mayoría de la población, y eso le agrega a estos eventuales contratos un sistema judicial en donde no queda claro quién garantiza que se aplique la ley correctamente.
Así es, eso introduce un riesgo político adicional a cualquier inversión extranjera en México. Es importante recordar que el sector energético es particularmente vulnerable a temas de credibilidad del Estado de Derecho, porque son inversiones con grandes costos hundidos, de muy largo plazo, que requieren estabilidad jurídica, muy diferentes a una inversión manufacturera en la frontera o a una inversión comercial, donde el grueso de la inversión es en costos operativos o salarios.
Estas inversiones grandes de infraestructura que tienen una maduración muy larga son las que más atención le ponen a la seguridad jurídica; entonces, este tipo de incertidumbres afecta más al sector energético que a cualquier otro sector de inversión extranjera en México. Yo creo que va a tomar algún tiempo para ver cómo funciona el sistema judicial en México para que los inversionistas de acá se sientan tranquilos.
En este momento la combinación de las incertidumbres generadas por la política en Estados Unidos, con las generadas por los cambios judiciales en México, más la reversión de la reforma constitucional, conspiran para que las empresas no tomen decisiones importantes de inversión, y una de las cosas claras que escucho en Houston es que hay proyectos cuyos números están claros, que son atractivos, pero cuando buscan financiamiento los financistas les dicen “por ahora no, estamos en modo de esperar”.
Se supone que Pemex tiene una nueva administración, sin embargo, todos los análisis muestran que ha orientado sus recursos a la refinación, que es donde no da el negocio, se pierde dinero cada vez que se refina petróleo por la configuración del Sistema Nacional de Refinación. Hay problemas estructurales muy fuertes en Pemex y no se ve una solución para que el Estado lo resuelva solo, tampoco hay una apertura clara para ceder partes del negocio al sector privado. Entonces más que un motor de la economía, Pemex, y eventualmente quizá CFE también, se están convirtiendo en lastres del crecimiento económico de México.
Esto es crítico ante un aspecto meramente ideológico, es difícil hacer que esto se mueva, y a la par estamos viendo otras economías latinoamericanas que se están moviendo en el sector energía de manera interesante, aunque con sus problemas; por ejemplo, Argentina, Perú y Ecuador están tratando de revivir o impulsar su sector de hidrocarburos, buscando proveeduría en Houston, en Texas o incluso en Europa, cosa que México no necesariamente está haciendo del todo.
En este contexto, ¿qué opinión te merece en términos de una decisión urgente? Porque si este es el motor y en realidad se está convirtiendo en un lastre, y tienes una altísima dependencia de otras economías como Estados Unidos en el caso del gas; pues en la medida en que no logras tu propia autonomía de generación, tu grado de exposición al riesgo es enorme. Por un lado, detienes la economía y por otro estás a expensas de lo que pueda pasar en el ámbito geopolítico, incluso de las propias necesidades de cada país, porque Estados Unidos tiene una necesidad altísima (su consumo de energía está creciendo a ritmos no vistos antes y eso lo está llevando a consumir más gas).
Entonces, quizás no por una cuestión política de querer cerrarle la llave a México, sino por necesidad propia eventualmente van a tener que racionalizar o reducir esa exportación, no solo a México; porque al final como GNL se exporta a Asia y se exporta Europa, son economías que en ciertos periodos en el año dependen significativamente de ese GNL exportado por Estados Unidos. ¿Cómo ves este entorno?, porque en realidad lo vemos como algo crítico, sin embargo, las decisiones se están tomando a una velocidad tan lenta que está trayendo un problema adicional.
Eso tal cual, como tú dices, una cosa muy interesante es que salvo Colombia (que es el otro país que se ha cerrado un poco a la inversión extranjera en hidrocarburos por razones totalmente diferentes a México, una cosa más ideológica de Petro contra los fósiles), el resto de América Latina está abierta para hacer negocios, algunos países con mucho más éxito que otros.
Por ejemplo, tú mencionabas el caso de Ecuador, que está en la búsqueda de inversión privada, pero tiene una reputación histórica de no haber respetado contratos y por eso le ha costado y ha sido muy difícil legalmente crear las condiciones para hacerlo. Lo mismo Venezuela, quiere también atraer inversión internacional, pero tiene sanciones y el gobierno tiene una reputación terrible.
Pero están los casos super exitosos de Brasil y Guyana que han atraído inversiones gigantescas; el ejemplo de Guyana es un ejemplo para mí muy revelador porque fíjate, es un país que no producía nada de petróleo, se habían perforado 40 pozos y no se había conseguido nada y era tremendamente riesgoso invertir allí. Pero, al final Exxon se atrevió, siguió invirtiendo e hizo un descubrimiento y bueno, agregaron 11,000 millones de barriles de reservas (más que las reservas de México) en una pequeña área costa afuera.
Uno se imaginaría el potencial que habría, por ejemplo, si se explorara todo el Golfo de México del lado mexicano como se ha explorado buena parte del lado Estados Unidos. Lo de Guyana es particularmente increíble porque descubrieron el petróleo en el año 2015, empezaron a producir en 2019 y ya están produciendo casi 800,000 barriles y se ha transformado en el segundo país con más producción por habitante del mundo, porque tiene una población pequeña.
Lo que quiero decir con esto es que fíjate que esto lo hizo una empresa internacional sin ninguna participación de empresas del Estado, con un contrato que se ha mantenido. Entonces ahí tú ves la ideología que tenemos los países latinoamericanos de nacionalismo de los recursos naturales, de que se debe reservar al Estado o abrir, pero muy limitadamente, solo ocasionalmente, y por necesidad, ¿eso está en el mejor interés nacional de largo plazo?
Es impresionante ver como Guyana logró desarrollar el sector a una velocidad insólita, mientras todos los demás países latinoamericanos tardan años en hacer una licitación para exploración; creo que eso es un llamado a los otros países a entender qué pasó allí. Y lo mismo podemos decir de Brasil, en el caso de Brasil es una combinación más compleja porque la empresa del Estado, está listada en los mercados internacionales, y es de las mejores empresas estatales petroleras globalmente. Petrobras ha invertido una barbaridad en exploración, se ha enfocado en los negocios más rentables, ha tratado de vender en lo posible los negocios menos rentables, incluyendo la refinación; lo que quiero decir es que la aproximación, incluso en Brasil que tiene un gobierno de izquierda, es mucho más pragmática que la que ha tenido México.
Y ni hablar de Argentina, que están tratando de alinear todo para que sea atractivo a la inversión privada y de nuevo, los problemas argentinos reputacionales son históricos. Pero México, sin duda, estando al lado de los Estados Unidos, tendría un potencial gigantesco, sabemos que tiene muchísimos recursos y sabemos que ha sido poco explorado.
Lo otro que quería agregar con respecto a tu comentario es que yo creo que muchas veces no se entiende lo siguiente. El negocio que tiene ganancias extraordinarias es la exploración y extracción de hidrocarburos, particularmente de petróleo, menores en el gas y después todo lo que es midstream y downstream (es decir, todo lo que es transporte y refinación), son negocios como cualquier otro, que tienen ganancias limitadas, que requieren una gran eficiencia para ser rentables.
El Estado nunca, en ningún lado que yo sepa, ha ganado dinero en refinación. ¿Por qué? Porque ahí no hay esas rentas que vienen del recurso natural; entonces, el negocio de refinación debería ser absolutamente dejado en manos del sector privado. Una de las razones por la que no lo ha querido desarrollar el sector privado es porque en muchos países hemos subsidiado al mercado interno, regulando los precios, y entonces no lo rentabilizamos suficientemente, o incluso el riesgo de que sea subsidiado ha hecho que en algunos países ninguna empresa privada quiera invertir en refinación. En otros casos es porque literalmente no es rentable la refinación para nadie, ni para el sector privado, ni para el público.
En resumen, el potencial más importante de México en términos de inversión en el área energética estaría en atraer inversionistas privados para exploración y producción de petróleo primero y de gas segundo. Yo antes me enfoqué en el gas porque es el tema del déficit de importar a Estados Unidos, pero en general se debería abrir el sector, y dada la aproximación ideológica de los últimos dos gobiernos en México, quizás la única manera viable es que se hagan asociaciones entre Pemex y el sector privado.
Más allá de los contratos de servicio, que siempre han sido muy limitados en la captación de inversión, sobre todo para proyectos de riesgo, uno no logra con contratos de servicio atraer inversiones en exploración o en proyectos grandes de alto riesgo, nunca en casi ninguna parte del mundo se ha logrado. Pero si se pudieran hacer joint ventures o como lo quieran llamar, asociaciones entre Pemex e inversionistas privados para desarrollar proyectos de esta naturaleza.
Sin duda que México tiene que estar mirando lo que está pasando en Suramérica, porque América Latina después de llevar muchísimos años de declinación en su producción, está teniendo un boom fundamentalmente en tres países que son Guyana, Brasil y Argentina; y Surinam viene detrás también. Lamentablemente México está en contracorriente en esta materia a pesar de tener oportunidades realmente muy importantes comparado con otros países. Si tú me hubieras preguntado en el año 2015 dónde era más atractivo invertir si en México en aguas profundas o en Guyana, era mucho más lógico en México que en Guyana.
Quisiera entrar a la recta final de nuestra entrevista haciéndote dos preguntas. La primera sería, si fueras el secretario de Energía de México, ¿cuáles serían tus decisiones de política energética inmediatas?
Si pudiera convencer a la presidenta y al partido de gobierno de abrir un espacio legal y regulatorio, por ejemplo, con los contratos de servicio, trabajar para que esa sea una verdadera oportunidad para atraer inversión privada; sin duda que ese sería un esfuerzo fundamental. Lo mismo en materia de electricidad, reconceptualizar los contratos para renovables que quizás en el pasado no tomaron suficientemente en cuenta la viabilidad financiera de CFE y las inversiones que había que hacer en transmisión.
Eso creo que es una prioridad que la presidenta siempre ha manifestado, el desarrollo de los renovables; entonces, creo que ahí hay otra oportunidad. Creo que hay que moverse rápido, se están moviendo muy lento las decisiones en esta materia, uno no puede perder un año terminando de definir el marco regulatorio para estas nuevas inversiones, hay que avanzar en eso.
Lo otro que intentaría hacer en el caso de Pemex es, sin duda alguna, buscar convencer a la presidenta de que Pemex tiene que asociarse con empresas internacionales en un montón de áreas. Obviamente mi preferencia sería, en algunos casos, privatizar partes de Pemex, o sea, vender ciertos activos, pero eso pareciera inviable políticamente; entonces, buscar asociaciones con el sector privado y con eso revertir la caída de producción de petróleo y potencialmente desarrollar algunos proyectos de gas.
El área más difícil para traer inversión privada es la transmisión de electricidad, que es una de las prioridades más grandes que tiene México. Entonces, concentrar quizás los recursos propios del Estado en esas inversiones que son medulares, que no las va a poder hacer el sector privado y traer al sector privado donde sí puede estar interesado, por la rentabilidad, que es fundamentalmente en exploración y producción de petróleo. Creo que quizás algo se puede hacer en petroquímica, pero obviamente donde va a haber más atractivo siempre será en exploración y producción.
Quizá como última pregunta, ¿cuál sería tu recomendación para el sector privado?
El sector privado obviamente tiene que jugar con las reglas que les define el Estado y lo primero que tiene que entender es cuáles van a ser esas reglas, esperar a ver cuál es el campo de juego donde van a poder jugar. Dicho esto, creo que, dadas las dificultades que enfrenta el sector, es previsible que en México va a haber problemas de suministro de energía para las empresas que se estén expandiendo, va a ser difícil que la oferta de electricidad y la transmisión acompañen al potencial de expansión de la economía. Entonces, hay que buscarle la vuelta para ver, dentro del marco jurídico, qué espacios van a quedar para tener opciones propias de generación de electricidad. Creo que, a pesar de que estoy de acuerdo contigo sobre el riesgo a largo plazo de depender totalmente del suministro de gas de los Estados Unidos, por lo pronto, consumir ese gas es una de las ventajas más grandes que tiene el sector privado mexicano.
La verdad que no la tiene fácil el sector privado; por un lado, CFE y Pemex tienen problemas para suplir la energía que necesita el país, y por otro lado el marco regulatorio limita lo que el sector privado puede hacer por su cuenta; eso hace realmente complejo el entorno en el largo plazo.
Hay oportunidades muy interesantes en lo que está pasando en el mundo en materia de descarbonización, si los incentivos estuvieran dados, se pudiera avanzar en muchas áreas, a nivel industrial, a nivel de reciclaje, hay aspectos en que el sector privado quizás no tenga que esperar a que el Estado ponga las condiciones que lo hagan viable; pero en casi todos estos ámbitos es importante el rol del Estado, el rol de las políticas públicas.
Entonces, una conclusión obvia es que el sector privado tiene que asertivamente hablar con el sector público y hacerle entender los riesgos de no avanzar en esta materia y el impacto que puede tener para el crecimiento económico de México. Porque al final, sin políticas públicas razonables y pragmáticas, las mejores intenciones no van a dar los frutos necesarios y pueden incluso ser un obstáculo para el crecimiento.
Yo creo que México tiene muchísimas cosas a su favor; las capacidades que han desarrollado en materia de manufactura son impresionantes comparadas con cualquier país de América Latina. Y sigue siendo una gran ventaja estar al lado de Estados Unidos, aunque entiendo que hoy no lo parezca. Pero los retos son también significativos y no hay que agregarle dificultades endógenas a los complejos retos que está generando el entorno internacional. Hay que ver cómo se hace para facilitar e incentivar las inversiones en México.
Perfecto, no me queda más que agradecerte esta entrevista Francisco Monaldi. Creo que tratamos temas desde lo global hasta lo más específico en el tema de energía y espero que próximamente nos podamos ver. Muchas gracias.
Un gusto conversar y analizar estos temas.