Por Amado Villarreal
En Perspectiva
La transición hacia una economía verde presenta un reto formidable pero también una oportunidad única para México. La clave para convertir este desafío en una oportunidad radica en una colaboración estratégica entre el sector público y privado, apoyada por enfoques innovadores de política industrial. James K. Galbraith, profesor de la Universidad de Texas en Austin, nos recuerda que la política industrial tradicional no es suficiente por sí sola; se necesita mayor audacia en la implementación de estas políticas que supere los intereses establecidos y conecte la inversión en cambio climático con beneficios tangibles para todas las capas de la sociedad.
Por su parte, Anne-Marie Slaughter y Elizabeth Garlow del Thinktank New America argumentan que dicha política industrial, pensando inicialmente en EEUU; debe incorporar valores que promuevan economías locales saludables y relaciones interpersonales sólidas, no solo enfocados en la producción masiva. En este contexto, Ricardo Hausmann, profesor de la Universidad de Harvard sostiene que la descarbonización global abre nuevas vías de desarrollo para países en desarrollo como México, proponiendo que el país adopte estrategias para integrarse en las industrias verdes emergentes, aprovechando el potencial de crecimiento económico sostenible.
Mariana Mazzucato profesora de la Universidad College London señala que el Estado tiene un papel fundamental como catalizador en esta transformación, no solo como regulador sino como un actor emprendedor que puede liderar la innovación radical. Aquí es donde un “gobierno orientado por misiones”, como sugiere junto a Rainer Kattel también profesor de la Universidad College London, podría ser crucial. Estas misiones deben abordar cuestiones como la equidad social y la sostenibilidad medioambiental, estableciendo objetivos claros y utilizando iniciativas público-privadas para lograrlos. Fundamentalmente, deben incluir mecanismos de reciprocidad para asegurar que las empresas beneficiadas contribuyan al mismo tiempo al bienestar social mediante la reinversión en mejoras laborales y sustentabilidad y se de un mecanismo de devolver los recurso invertidos al estado para que este puede volver a reinvertir y apostar hacia nuevas innovaciones.
Al mismo tiempo, Daron Acemoglu, profesor del MIT y Premio Nobel de Economía 2024, advierte sobre la necesidad de gestionar cuidadosamente la “destrucción creativa” inherente a las innovaciones disruptivas como la inteligencia artificial. Señala que sin un enfoque que equilibre la innovación con la estabilidad social, se corre el riesgo de que el progreso tecnológico agrave las desigualdades existentes. Para mitigar estos efectos, propone crear instituciones que ofrezcan apoyo a aquellos afectados por la transformación tecnológica.
Finalmente, Francesco La Camera y Bruce Douglas, Director General de la Agencia Internacional de Energías Renovables y Director de la Alianza Global para la Energías Renovables respecticamente, insisten en la importancia de una colaboración estrecha entre el sector público y privado para acelerar la descarbonización. Esto es especialmente relevante para México, donde es necesario movilizar financiamiento accesible y agilizar procesos para proyectos de energías renovables. Proponen reformar la arquitectura financiera para atraer inversiones, con un enfoque en promover entornos favorables para la adopción de energías limpias. Así, México podría aprovechar plenamente el impulso político y las oportunidades de desarrollo económico, contribuyendo a un futuro energético global más limpio, seguro y equitativo.
En resumen, México tiene la oportunidad de ser un protagonista en el escenario energético global si se implementa una estrategia integral que combine las políticas de estado con el dinamismo del sector privado, adoptando un enfoque de misiones que reconozca y gestione los retos y oportunidades que presenta la innovación energética. Esto realmente se podría potenciar bajo el nuevo enfoque de polos de desarrollo que México buscará implementar en su nuevo gobierno, considerando como parte de la infraestructura necesaria de estas regiones la infraestructura energética.
Una gran oportunidad para implementar una política industrial sostenible regional, a través de misiones y bajo la cooperación público privada, atendiendo sus retos de innovación energética.
¿Qué puede detener a México? No invertir en desarrollo tecnológico e innovación con lo cual no desarrollemos las capacidades público-privadas suficientes; no saber como desarrollar su propio modelo de vinculación público-privada con dos empresas públicas dominantes en su sector de energía, como PEMEX y CFE; y a su vez no saber como gestionar la inversión extranjera y su relación con las empresas trasnacionales para propiciar la transferencia tecnológica necesaria que pueda acelerar sus procesos de innovación.