Por un Urgente Nuevo Modelo Energético en México

Por Amado Villarreal

En Perspectiva

Quisiera que esta columna tuviera el alcance de hablar de todo un nuevo modelo económico, pero me centraré en energía , porque es el sector que está anclando a toda la economía en primera instancia, debido a su impacto transversal y por sus presas públicas enormemente comprometidas financieramente, en particular PEMEX.

Al margen de ideologías y de nuestros propios tropiezos internos, es necesario reconocer que el mundo ha cambiado drásticamente en el último año, o si lo desean en los últimos 5 meses, y lo sigue haciendo.

Cuando llegó la presidenta Scheinbaum al poder en México en octubre de 2024 existía un entorno económico global muy distinto al que estamos viendo escasos 8 meses después. Había una alineación global de las grandes economías en la política ambiental y energética , el entorno geopolítico hasta cierto punto gestionado y dentro de los márgenes de riesgo viables para la gestión pública y privada.

En este ambiente era posible probar un modelo, se entendía en los ambientes de negocios y financieros el dominio político del partido gobernante por su aplastante victoria. Con ello, sin mucho convencimiento y menos concenso, se atestiguaron reformas al marco judicial y energético, por mencionar las de mayor impacto a nuestro sector de interés que es el energético; asi mismo un Plan Mexico, un Plan de Energía y un Plan Nacional de Desarrollo (PND).

Pero llegó 2025 y esto ha cambiado drásticamente, y amenza con cambios frecuentes donde las economías con modelos más flexibles podrán adaptarse más facilmente y por lo tanto serán más resilientes. Las economías con modelos más rigidos están condenadas al estancamiento en el mejor de los casos.

¿Qé ha cambiado drásticamente? EE. UU. ha pasado de una política internacional de supremacía suave a una política dura, empleando a los aranceles como su herramienta para negociar con aliados y no aliados anteponiendo sus intereses. Nuestro principal socio comercial EE. UU. con quien, en el papel, tenemos un tratado de libre comercio, nos sube y baja aranceles discrecionalmente, sin respeto del acuerdo firmado.

Recientemente el Congreso de los EE. UU. ha aprobado el proyecto de ley de presupuesto propuesto por el Presidente Trump, quien lo llamó la “Big Beautiful Bill Act” que en esencia elimina y reduce los apoyos fiscales a las energías limpias y renovables, a la eficiencia energética, al hidrógeno limpio y a los vehículos limpios, para en contraparte de forma inmediata apoyar las energías fósiles; petróleo, gas y carbón, sumando a los biocombustibles, y por conveniencia de factibilidad energética de mediano plazo también suma a la energía nuclear. Resalto que bajo esta nueva ley de presupuesto estadounidense, se crea el paraíso en EE. UU. para la inversión en hidrocarburos o energías fósiles, con lo cual será muy difícil competir para atraer inversiones a México.

Ante estos tres grandes cambios de política internacional, de política comercial y de política energética, México necesita un modelo más flexible que pueda adaptarse a los cambios continuos que seguirán dándose en las tres vías de política  en al menos los próximos tres años que durará la Aministración Trump.

Nuestro nuevo modelo energético necesita una política internacional y comercial de diversificación de socios, con quienes compartir retos energéticos,  modelos de transferencia de conocimieento y oportunidades comerciales en las energías convencionales como en las energías limpias, cruciales para elevar la competitividad en un mundo que continuará su camino hacia la transición energética.

El nuevo modelo energético requiere un marco legal y judicial que proteja las inversiones , donde la colaboración público – privada sea el día a día, y sea incluyente tanto por sectores como por regiones, así  como por el tamaño de empresas. Es necesario un nuevo Plan México donde los diferentes actores involucrados realmente participen y se apropien del Plan y se puedan crear los compromisos para lograr los objetivos de inversión y generación de empleo; única vía de generación de bienestar sostenible.

Un nuevo modelo energético que plasme en ley la protección de la inversión nacional y extranjera, y la defina como estratégica para elevar el nivel de bienestar del país, elevar la competitividad industrial y de las ciudades que son los nuevos polos de desarrollo futuro; y dé viabilidad a las empresas públicas: PEMEX y CFE.

Sólo de esta forma el país podrá enfrentar con mayor resiliencia los retos globales y se insertará en el contexto de las 10 economías mas importantes del mundo, no solo por su tamaño, sino por lo que regresa a la comunidad internacional en materia energética, ambiental y de desarrollo e innovación.

No hacerlo así, es condenarnos a seguir dependiendo económicamente de la relación con EE. UU., país que ha renunciado al liderazgo en la transición energética global , que ha renunciado a la manufactura del siglo XXI. No hacerlo significa compometer nuestro futuro al desempeño de dos empresas públicas que nunca serán eficientes, ni competitivas, ni solventes, simple y sencillamente porque el resto del mundo si aprovecha la inversión extranjera de forma estratégica en energía, y México no, solo importa los insumos que le permiten a estas empresas públicas seguir medio vivas, representando una carga para todos los mexicanos.

No hacelo significa dejar de crecer, y perder la presente década compometiendo la siguiente de manera alarmante; y dicho sea de paso, no pierde solo México, perdemos años de vida y empeños los que aún vivimos en este país.

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