Por Amado Villarreal
En continuación con nuestro artículo anterior, ahora nos enfocamos específicamente en PEMEX. Recientemente, el Gobierno de México ha introducido un nuevo esquema financiero que busca inyectar liquidez a PEMEX, con recursos cercanos a los 12 mil millones de dólares, respaldados en los activos de la paraestatal y sin duda en la liquidez que le pueda inyectar la hacienda Pública. Este esquema está diseñado para demandar recursos presupuestales únicamente en 2025 y 2026, eliminando así la dependencia de recursos federales a partir de 2027.
Tales esquemas se perciben a menudo como soluciones temporales, y su viabilidad a largo plazo depende de la incorporación de un socio que aporte no sólo liquidez, sino también tecnología, acceso a nuevos mercados o activos que aseguren el éxito del plan. Actualmente, el socio financiero crucial es el propio Gobierno Federal Mexicano, lo que ofrece un alivio temporal a PEMEX. Sin embargo, la viabilidad futura requerirá cambios estructurales que permitan mejorar los flujos operativos netos.
Conforme al Plan Estratégico de PEMEX 2025-2035, se apunta a mantener una producción de 1.8 millones de barriles diarios de petróleo, utilizando campos someros, terrestres y en menor medida, aguas profundas. Estos proyectos son tanto de titularidad única de PEMEX como en asociación con empresas privadas nacionales e internacionales. Sin embargo, este esquema, que se basa en contratos mixtos, resulta poco atractivo para la inversión privada, especialmente considerando el contexto legal y judicial del país; y el nivel de riesgo que asume el inversionista privado.
La mayor parte de la producción de petróleo está destinada al Sistema Nacional de Refinación (SNR), que se proyecta procese alrededor de 1.3 millones de barriles diarios para producir gasolinas y destilados, con el objetivo de asegurar la soberanía energética. No obstante, esta estrategia pasa por alto la significativa dependencia del gas natural importado.
Las proyecciones de producción e ingresos muestran una recuperación posterior a 2027, bajo la premisa de que todos los supuestos del plan sean cumplidos. Sin embargo, la falta de reconocimiento explícito de escenarios alternativos genera desconfianza en la estrategia.
Aunque hay compromisos para invertir en petroquímica, gas natural, energías renovables, y transición energética, la mayoría de los recientes fondos financieros se dirigen a la producción de petróleo, con una menor parte destinada a la petroquímica, fertilizantes y tecnologías de transición energética.
Continúa el enfoque en la producción y refinación de petróleo, manteniendo el SNR con un gasto operativo y de mantenimiento anual de aproximadamente 40 mil millones de pesos, y renunciando significativamente a la rentabilidad del mercado internacional de petróleo crudo. A pesar de ampliar la capacidad del SNR con las refinerías Olmeca y Deer Park, México sigue importando aproximadamente dos tercios de su gasolina.
Las proyecciones de crecimiento en producción, ingresos, y reducción de costos sobre un 5% anual, dependen de supuestos implícitos que involucran muchas variables, dentro de lo que podemos mencionar los precios del petróleo y sus derivados y la viabilidad de proyectos diversos con la participación de la inversión privada y la estabilidad de las Finanzas Públicas.
En conclusión, la estrategia de PEMEX prioriza el SNR a expensas del mercado internacional de petróleo crudo y no atiende adecuadamente la dependencia del gas natural estadounidense. Las inversiones en gas natural, necesarias para alimentar el modelo de generación eléctrica a través de CFE con plantas de ciclo combinado, son insuficientes para modificar nuestra dependencia actual, sin esquemas más atractivos para atraer inversiones que incrementen la producción de gas.
Este panorama dificulta la creencia en un cambio estructural real en el sector de hidrocarburos que pueda aumentar la rentabilidad de PEMEX y disminuir su dependencia de recursos presupuestales, Sin duda es el momento de voltear a ver a otras petroleras internacionales y tener en claro cuáles son las mejores prácticas en el sector y evitar que domine la ideología en la toma de decisiones.
El Plan Estratégico de PEMEX 2025-2035 trata de presentar a PEMEX como una empresa de energía global, sin embargo, sigue manteniendo una fuerte raíz ideológica con intereses políticos a su alrededor que la hacen parecer más bien una dependencia gubernamental.