Tendencias Globales en Políticas de Innovación: Lecciones para México

Los países emergentes enfrentan retos significativos ante el cambio climático, que exigen innovaciones para llevar a cabo la transición hacia energías limpias. Estas economías no solo deben atender la creciente demanda de energía, sino también fortalecer su desarrollo económico. Sin embargo, para abordar el desafío climático, es esencial acceder a las tecnologías que faciliten esta transición de manera inmediata, lo que hace que la innovación tecnológica sea crítica para lograr este objetivo.

De acuerdo con la Agencia Internacional de Energía, un 35% de las emisiones que se necesitan reducir para alcanzar la meta de emisiones Net Zero dependen aún de tecnologías que no están disponibles en el mercado. Además, las mejoras en las tecnologías existentes no han mostrado sus beneficios a escala. En respuesta, los países emergentes han establecido metas de innovación ambiciosas que buscan no solo desarrollar sus propias tecnologías, sino también optimizar las que ya utilizan y reconfigurar las capacidades tecnológicas de su población local. En algunos casos, esto se traduce en documentos de políticas ambientales y energéticas que evidencian la intención de convertirse en exportadores de tecnología.

Las oportunidades en este nuevo horizonte de energía limpia, impulsado por el mercado de paneles solares fotovoltaicos y baterías para autos eléctricos, son considerables. Sin embargo, estas economías enfrentan limitaciones, como presupuestos que compiten con necesidades sociales y objetivos de innovación a largo plazo, infraestructura de investigación deficiente, altos costos de capital y sistemas de propiedad intelectual débiles, así como mercados internos pequeños e inciertos para tecnologías innovadoras.

La inversión en energías limpias y en innovación se distribuye de manera desigual en todo el mundo. Por ejemplo, de cada dólar invertido en almacenamiento de energía por parte de países desarrollados y China, solo un centavo se destina a países emergentes. En el ámbito del gasto en innovación energética, solo el 6% del gasto público en investigación y desarrollo, el 3% del gasto en el sector corporativo y el 9% del capital de riesgo en investigación y desarrollo (sin incluir a China) proviene de países emergentes. Esta limitada inversión representa un desafío crítico para estas economías en su rol dentro de la transición energética, así como en la adaptación de innovaciones a sus mercados locales.

Esto pone de manifiesto la importancia de una política de innovación energética limpia en los países emergentes, que debe incluir incentivos financieros y apoyo en investigación y regulaciones que estimulen el avance en este ámbito. El interés por identificar políticas efectivas que catalicen la innovación a nivel global ha crecido, dado el impacto de tecnologías como los paneles solares fotovoltaicos y las baterías para autos eléctricos. Sin embargo, se observa que en estas economías emergentes, los verdaderos actores clave para crear o acelerar ecosistemas de innovación son los gobiernos y sus redes de instituciones, que deben integrar también a empresas paraestatales. Fuera de estos países, el resto del mundo (a través de gobiernos, inversionistas y filántropos) se pregunta cómo pueden apoyar a las economías emergentes para ingresar a un círculo virtuoso de despliegue tecnológico, aprendizaje, investigación, manufactura y mejora de procesos.

Los países que logran ingresar a estos círculos virtuosos de innovación energética experimentan una transición hacia energías limpias más rápida y dejan atrás trayectorias de altas emisiones. Las naciones más exitosas en innovación energética en el ámbito de energías limpias respaldan cuatro pilares de política:

1. Impulso de Recursos:  Un flujo sostenido de fondos para investigación y desarrollo, capital para innovadores e infraestructura para el desarrollo de habilidades.

2.  Administración del Conocimiento:  Fomento del libre intercambio de información entre investigadores, academia, empresas, tomadores de decisiones y socios internacionales.

3. Impulso de Mercado: Creación de valor de mercado para nuevos productos o servicios, demostrando que asumir los riesgos de I+D tiene su recompensa.

4. Apoyo Sociopolítico: Fomento del apoyo social hacia nuevos productos y servicios, incluyendo las pruebas necesarias para desarrollarlos hasta convertirlos en productos comerciales.

Los estudios de caso de países emergentes evidencian la dificultad que enfrentan para transformar la investigación en cambios tecnológicos a menos que se implementen acciones en cada uno de estos pilares. Las naciones en desarrollo no suelen contar con un legado extenso en innovación energética, y su ecosistema de innovación puede diferir considerablemente del de un país desarrollado. Este podría estar compuesto principalmente de habilidades, instituciones e incentivos que permitan evaluar, adaptar, manufacturar y desplegar tecnologías poco familiares en el contexto local. Estos ecosistemas pueden actuar como plataformas “listas para la innovación” y facilitar mejoras incrementales en tecnologías, creciendo dentro de comunidades más sofisticadas de innovadores en etapas posteriores.

Las economías emergentes también poseen una rica experiencia en innovación que pueden compartir, y los demás países tienen mucho que aprender de estas vivencias. Sin embargo, es importante señalar que estas experiencias son no siempre colectivas y a menudo se ciñen a áreas adyacentes a la energía. Ejemplos de esto son la biotecnología en India, la energía nuclear en Argentina, los combustibles sintéticos en Sudáfrica, los biocombustibles en Brasil, la tecnología financiera en Kenia, los fertilizantes en Marruecos y los materiales de construcción en México.

La heterogeneidad de los contextos en los países emergentes indica que es más valioso compartir lecciones de políticas y casos de éxito si se adaptan a los contextos locales. En este sentido, al analizarse 11 casos de estudio: 1) Argentina en innovación en energía nuclear y políticas de eficiencia energética; 2) Brasil en el desarrollo de capacidades técnicas en energía eólica y biocombustibles como el bioetanol; 3) China en tecnología de ultra alto voltaje (UHV) y paneles fotovoltaicos; 4) Colombia en apoyo a la energía renovable y planes en hidrógeno; 5) India en políticas de eficiencia energética; 6) Kazajistán en transición energética e industrial; 7) Kenia en energía geotérmica y paneles fotovoltaicos fuera de la red; 8) México en generación solar distribuida a través de paneles fotovoltaicos; 9) Marruecos en nuevas tecnologías relacionadas con instituciones de energía renovable; 10) Sudáfrica en programas de colaboración con productores independientes de energía renovable y la asociación para la transición energética; y 11) Nigeria con proyectos de innovación en electrificación rural.

Recomendaciones para los hacedores de políticas

A partir de la revisión de estos 11 casos, surgen recomendaciones para fortalecer los ecosistemas de innovación sectorial, destacando la desigualdad en su desarrollo. China se resalta significativamente en este contexto. Es claro que resulta importante contar con socios internacionales para robustecer los ecosistemas de innovación. Además, se recomienda promover la cooperación no solo con ecosistemas de países desarrollados, sino también entre países emergentes.

Resulta fundamental alentar la demanda de energías limpias, generando así incentivos para los innovadores, quienes pueden asumir riesgos y mejorar los productos existentes. La falta de un legado técnico e institucional en energías limpias puede ser una debilidad considerable; sin embargo, también presenta la oportunidad para diseñar políticas creativas que no solo fomenten inversiones en investigación y desarrollo, sino que faciliten la coordinación de actores y redes de aprendizaje, incluyendo empresas estatales y centros de investigación. También son necesarios incentivos bien diseñados para la provisión doméstica, que fomenten la competencia y la adaptación tecnológica.

El fortalecimiento de la innovación en tecnologías digitales, que generalmente requieren menos capital para su desarrollo, puede tener un impacto tan significativo como cualquier otro proyecto que demanden grandes presupuestos. El compromiso internacional puede acelerar la construcción de ecosistemas de innovación energética, si se dirige a abordar retos nacionales clave, identificando brechas de capacidades y necesidades en el diseño de políticas.

Algunas formas de cooperación internacional que pueden implementarse simultáneamente incluyen la participación en foros internacionales, colaboración en estudios de oportunidades personalizadas, y el intercambio de experiencias con países que enfrentan retos similares, así como financiamiento multilateral para programas de despliegue tecnológico y capacidad técnica. También son recomendables programas conjuntos de investigación y desarrollo y apoyo financiero a actores del ecosistema de innovación, incluidas incubadoras e instalaciones de prueba.

En países con presupuestos limitados para investigación y desarrollo, la innovación tecnológica puede avanzar más rápidamente si se apoya en el expertise industrial existente y se alinea con el desarrollo económico futuro. Es fundamental priorizar cuidadosamente las áreas tecnológicas a desarrollar, considerando que los requerimientos de capacidades técnicas y de capital difieren de manera significativa entre las diversas tecnologías. Por ello, se recomienda centrarse no en nuevas áreas tecnológicas, sino en aquellas donde ya se ha logrado un avance y donde se puede contar con un mayor apoyo si se abordan objetivos sociales tales como acceso a la energía, inclusión, asequibilidad y producción de alto valor agregado.

Lecciones para México

México necesita prestar atención a la innovación energética para lograr efectivamente la transición energética y cumplir con sus compromisos internacionales. Más allá de estos compromisos externos, el reto interno consiste en transformar su sector energético en uno mucho más competitivo, eficiente e innovador, convergiendo así en un protagonista dentro de la red global de innovación energética. Esto es crucial para elevar significativamente su competitividad, potencial de crecimiento y bienestar social, dado que la naturaleza transversal del sector energético en su economía ha demostrado ser un motor, pero también puede convertirse en un ancla que frene el desarrollo económico.

Algunas lecciones que se pueden extraer de las tendencias globales en políticas de innovación energética son:

1. Contar con presupuestos o recursos competitivos acordes a su tamaño de economía y su aporte global.

2. Desarrollar más y mejor infraestructura de investigación.

3. Promover esquemas que faciliten costos de capital competitivos para las empresas que asumen los riesgos en este sector.

4. Fortalecer los sistemas de propiedad intelectual.

5. Fomentar la demanda de tecnologías limpias a través de incentivos y regulaciones que las promuevan.

6. Reconocer que los verdaderos actores de influencia para crear o acelerar ecosistemas de innovación son los gobiernos y las redes de instituciones que coordinan, así como incluir a PEMEX y CFE.

7. Enfocarse en áreas tecnológicas donde ya hay avances por parte de la industria o del ecosistema de investigación y desarrollo.

8. Centrarse en los retos ambientales más urgentes del país para identificar las tecnologías energéticas que atenderán los desafíos climáticos, lo que permitirá focalizar las áreas tecnológicas con mayor potencial.

Deseamos que estas lecciones sirvan de base para el diseño de una política de innovación energética, tal como interpretamos que la próxima Administración Federal, encabezada por la presidenta Claudia Sheinbaum, propone como marco de referencia para su plan de desarrollo.

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